
Querido Gabriel,
«Las fundaciones no crean valor, ¡se gastan el que nosotros generamos!», afirmó un empresario. «Al menos hay algunas que lo gastan bien. Los gobiernos, por el contrario, ¡son una plaga!, respondió otro. Estos comentarios,chocantes para muchos, son comunes en el mundo empresarial. Antes de juzgar, sin embargo, preguntémonos si hay conversaciones análogas en el sector social y en la política. ¿Has visto que, a veces, las empresas sienten que «pagan por todo», los líderes sociales se creen los adalides de la moral y los políticos se vanaglorian de «tomar las decisiones más importantes»? Hagamos una tertulia sobre el respeto,confianza y armonía entre sectores. Conversemos sobre evitar esas generalizaciones y de mejorar el trabajo conjunto entre gobiernos, empresas y organizaciones sociales.
La causa del problema puede estar en que cada sector desarrolla, con el tiempo, un espíritu de cuerpo. Esta expresión, de origen militar, que señala unidad y propósito compartidos, tiene, sin embargo, un lado oscuro. El espíritu de cuerpo homogeniza, excluye, aísla, y por ende limita el desarrollo. Olvidamos que un sector es más rico y dinámico- esto funciona igual en lo social que en las especies vivas- cuando se relaciona activamente con todos los demás.
Con motivo de los 70 de Comfama, nos hemos preguntado por el valor de las Cajas de Compensación y su papel como conectoras de mundos, como puentes para incentivar el trabajo colaborativo en una sociedad. Las Cajas son las más «sociales» de las empresas, las más empresariales de las fundaciones y trabajan armónicamente con el Estado. La compensación sin embargo, hay que decirlo, no es un impuesto, es una prestación social y lo dice nuestra Corte Constitucional. Para Colombia debe ser un privilegio contar con este eficiente mecanismo, singular en el mundo, que consolida la solidaridad, compensa la desigualdades y funciona como escalera para la movilidad social.
Imaginemos el país como una coreografía. En ella, la Compensación sería la orquesta que todo lo armoniza y embellece. Las Cajas hacemos el papel de facilitar no solo diálogo social sino la construcción intersectorial. ¿Aprovechamos este aniversario para reflexionar sobre su rol como traductoras, «políglotas», promotoras de confianza?
El Estado, las ONG y las empresas son las patas de un trípode virtuoso. No permitamos que los políticos piensen que las empresas son desalmadas y las organizaciones sociales irrelevantes; tampoco que las entidades sin ánimo de lucro crean que el Estado es ineficiente por definición y que el sector privado vive ensimismado en una utopía capitalista, mucho menos que las empresas crean que el valor es solo dinero, que los gobiernos se roban todo y que las organizaciones son un mal necesario. La superioridad moral impide el aprendizaje y bloquea la colaboración. aprendamos que valor creamos todos, si nos quedamos en el menos precio, desaprovechamos nuestro amplio y rico capital social.
Para ello,utiliceos a las viejas y queridas Cajas, unas instituciones que mejoran con los años,artesanas cariñosas del lienzo nacional. Estas reconocen el papel articulador del Estado, capacidad para tomar grandes decisiones y ejecutar mega inversiones, la capacidad de las organizaciones sociales para aprehender la realidad del barrio y hacer innovación social, y el rol imprescindible de las empresas que generan empleo y crecimiento. ¿Qué estamos esperando? No hay que perder el tiempo chocando cuando podríamos danzar, en armonía, hacia una sociedad mejor.
David Escobar Arango… El Colombiano…julio 2024