Walden, o la vida en los bosques es considerada obra maestra de la literatura. Su autor, Henry David Thoreau, nació en Massachusetts en el siglo XIX y estudió en Harvard. Se definió a sí mismo como un místico, un trascendentalista y un defensor de la naturaleza. En el libro, hace una reflexión sobre cuál debe ser la verdadera vida del hombre libre y una crítica a la sociedad industrial y de consumo, ambos conceptos siguen vigentes en nuestra época. Veamos uno de los fragmentos de las decenas que pueden ser utilizadas para estudio y reflexión:
«Estaba dotado de un sentido riguroso de la probidad. era muy exigente con sí mismo en lo tocante a su propia independencia de criterio, y consideraba que todos los demás seres humanos deberían cumplir en igual medida con esa obligación. No tuvo una profesión fija, aunque practicó varias; se rehusaba a renunciar a su gran ambición de conocimiento y de acción a cambio de un oficio estrecho o limitado; su vocación era mucho más amplia: pretendía ejercer el arte de saber vivir. “Fui a los bosques porque quería vivir deliberadamente —escribe—, enfrentar sólo los hechos esenciales de la vida, y ver si no podía aprender lo que ella tenía que enseñar, no sea que cuando estuviera por morir descubriera que no había vivido».
El contenido en su totalidad reviste una gran profundidad, pero tomaré como ejemplo el aspecto que se refiere a la independencia de criterio y el deseo que todos los seres humanos cumplamos con esta obligación; algunos de los valores relevantes de la humanidad son la autonomía y la libertad, que hoy por hoy se encuentran casi ausentes pues son sujetos fáciles de atrapar por la cantidad de «cebos» o estímulos audiovisuales, principalmente comerciales, a los que estamos sometidos. Estosa «cebos» lo que buscan es incrementar las ganancias económicas a cualquier coste, promoviendo el consumo desmedido regido por la obsolescencia programada y la brevedad de todo, en desmedro de nuestra autonomía. Intentar resistirnos a estos bombardeos es una oportunidad que nos concede el fortalecimiento de nuestra autonomía y verdadera libertad.
Si continuamos analizando este breve texto, leemos que a quien se refiere se rehúsa a renunciar a su gran ambición de conocimiento y acción, lo cual nos indica la importancia de profundizar nuestros conocimientos y sabiduría ante la tormenta diaria de información muy superficial y frágil, inclusive engañosa, de las redes sociales y la inacción a la que nos dirigen ciertas campañas publicitarias, recluyéndonos en la comodidad de la complacencia de nuestros superficiales deseos. Si existe algo más grave que la ignorancia, es el conocimiento sin acción. Doy por sentado que la interacción del ser humano con la naturaleza, sus congéneres y los libros se convierte en una satisfacción más profunda y duradera que el constante contacto con los dispositivos de pantalla.
Finalmente, leemos en Walden sobre la pretensión de aprender el arte de saber vivir, y nos previene de que nos demos cuenta a tiempo, no cercanos al final de la vida, de que en verdad no hemos vivido. Descubrir, cuando no quedan oportunidades de remedio, que hemos dedicado nuestros más fructíferos años, en el sentido humano, a gastarlos en gustos suntuosos o placeres efímeros sin la profundidad de amar, con el genuino sentido del amor (lato sensu), a quienes también nos dedicaron horas, días y años de sus vidas, es su advertencia.
La invitación es a continuar descubriendo en la literatura valiosas experiencias ajenas y combinarlas con las propias, que nos fortalezcan la capacidad reflexiva que conlleva a la acción para una transformación, en gracia de una genuina y humana experiencia en este camino repleto de «ires y venires«, y de altos y bajos
El Universal…. septiembre …..2024
