Una noche en Santa Elena se transformó en una experiencia inolvidable cuando descubrí entre los árboles un puercoespín arborícola (Coendou prehensitis), un visitante poco común que me recordó lo vivo que esta está el bosque.
era una noche tranquila en Santa Elena. La luna llena en las montañas, el sonido de los grillos y el rumor de las hojas movidas al viento. Estaba admirando la luna cuando noté un ruido entre los árboles de aguacate. Pensé que era una zarigüeya, pero al apuntar la linterna descubrí algo que nunca había visto tan de cerca: un animal de pelaje espeso, hocico redondeado y una cola larga que se enroscaba con sorprendente destreza en las ramas.
No se movía mucho, ni parecía asustado. Comía con calma, como si conociera perfectamente el terreno. Lo observé varios minutos, tratando de adivinar qué era. En compañía de mi familia y en medio de la oscuridad, buscamos imágenes y comparamos rasgos: el tamaño, la forma de la cabeza, la cola, el pelaje. Así fue como supimos que estábamos frente a un puercoespín arborícola, conocido científicamente como Coendou prehensitis.
Se trata de una especie nocturna y solitaria, que vive en los bosques húmedos de Colombia y que rara vez se deja ver tan cerca de las viviendas. No es peligroso ni agresivo; se defiende con sus pequeñas espinas solo si se siente amenazado. Esa noche, sin embargo, parecía tranquilo, disfrutando del festín de aguacates maduros que encontraba en las ramas.
La escena me dejó maravillada. En medio del silencio de la montaña, ese encuentro me recordó que Santa Elena sigue siendo un santuario natural, un lugar donde aún es posible cruzarse con criaturas que normalmente solo habitan en lo profundo del bosque.
Han pasado solo tres noches desde aquel encuentro, y cada vez que cae la oscuridad y escucho un crujido en los árboles, no puedo evitar mirar hacia arriba con oscuridad. Tal vez el pequeño visitante volvió por otro aguacate.
Gina Álvarez …. para el Portal Notas y Noticias … octubre 2025.
