Desde su entrada en operación en el año 2000, la planta de tratamiento de aguas residuales (PTAR) San Fernando ha sido una infraestructura fundamental para la sostenibilidad del Valle de Aburrá. En este tiempo, ha tratado 1.000 millones de metros cúbicos de aguas residuales, equivalentes al contenido de 100 represas de La Fe. Este volumen ha permitido eliminar 720.000 toneladas de materia orgánica y sólidos suspendidos, evitando su vertimiento al río Medellín y protegiendo sus ecosistemas.
Actualmente, San Fernando procesa 1.800 litros de agua por segundo, eliminando cerca de 150 toneladas diarias de materia orgánica. Este trabajo ha contribuido al incremento del oxígeno disuelto en el río hasta niveles de 6,6 mg/l, acercándose a los estándares óptimos de calidad del agua.
Junto con la planta Aguas Claras, ubicada en el norte del Valle de Aburrá, EPM logra tratar el 93 % de las aguas residuales generadas por sus usuarios en la región, convirtiéndose en un referente nacional en gestión ambiental urbana.
En 2020, la planta fue modernizada con una inversión de $185.000 millones. Pasó de ser una planta convencional a una biofábrica avanzada, incorporando tecnologías como el sistema Bardenpho de cinco etapas para la eliminación biológica de nitrógeno y fósforo, y el uso de bacterias en condiciones anaeróbicas y anóxicas.
Además, produce 493.000 metros cúbicos de biogás al mes mediante digestión anaerobia, lo que le permite autogenerar entre el 25 % y el 30 % de su demanda energética, estimada en 2,1 millones de kWh mensuales. Desde su creación, ha generado 140 millones de kWh, equivalentes al consumo mensual de 560.000 viviendas.
La planta también transforma sus biosólidos en valor ambiental: el 69 % se usa para recuperar suelos en municipios como Santa Rosa de Osos, Girardota y Amagá, el 30 % se destina a compostaje y el 1 % a procesos de reforestación.
