¿Es real el poder que tiene la música para aliviar el dolor? ¿Puede la música convertirse en una alternativa para recetar menos medicamentos a los pacientes que padecen dolores crónicos? Y si esto es verdad, ¿Cómo lo hace y por qué?
Estas preguntas han dado vueltas por mi cabeza durante la últimas semanas, acosado por los dolores que me ha dejado como secuela una cirugía en la que removieron articulaciones y remendaron huesos, músculos y nervios de la pierna derecha.
Son las mismas preguntas que, tratando de desentrañar el misterio, se ha hecho durante muchos años el neurobiólogo mexicano Eduardo Adrián Garza Villarreal, quien además es guitarrista y músico. Aunque todavía no tiene todas las respuestas, el médico ha comprobado en sus investigaciones que la música tiene un efecto sobre el dolor que es real.
Según el neurobiólogo, la música no solo evoca recuerdos sino que induce estados emocionales y libera endorfinas, una de las sustancias que produce el cuerpo para aliviar el dolor y provocar la sensación de bienestar.
«El dolor, desde su percepción hasta la modulación, es sumamente complejo. Hay por lo menos 20 partes de nuestro cerebro que lo procesan», dice el doctor Garza. La música, también. La música puede actuar no solamente como un distractor, como algo que genera placer sino que relaja y libera dopamina u opioides endógenos, que son neurotransmisores que disminuyen el dolor.
Lo han probado otras investigaciones médicas. La música tiene poderoso efectos sobre el organismo que la medicina occidental está empezando a utilizar, pero que la medicina china tradicional ya conocía hace tiempo.
Por ejemplo: la importancia del estado de ánimo. Este es fundamental para el sistema inmune: una persona triste se enferma con más facilidad que otra alegre. La concentración de interleucinas- que son proteínas que actúan como señales químicas entre los glóbulos blancos y ayudan a que las cédulas del sistema inmunitario crezca y se dividan con mayor rapidez – aumenta un dos por ciento tras quince minutos de música. Una música pausada disminuye la frecuencia respiratoria y cardiaca, y reduce la presión arterial y la temperatura corporal. Por eso se usa para combatir trastornos cardiacos o hipertensiones. Las melodías con frecuencias entre 40 y 60 hertzios reducen la tensión muscular. La música también potencia los efectos anestésicos de las endorfinas, que son los sedantes naturales del cerebro.
«La música es otra de las herramientas disponibles para el alivio del dolor, es fácil de administrar, libre de efectos adversos y no es costosa» dice Soledad Cepeda, profesora del departamento de Anestesiología y de la Unidad de Epidemiología Clínica de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá. La doctora Cepeda y su equipo de investigaciones han revisado las historias clínicas de mas de 1.800 pacientes tratados con musicoterapia. «Los sujetos expuestos a la música tienen un70% más de probabilidades de conseguir alivio, en comparación con las personas que no han estado expuestas a la terapia» dicen los investigadores.
La doctora Cepeda asegura que la musicoterapia parece especialmente eficaz en el caso del dolor posoperatorio agudo. «Es en este escenario en que la música mostró consistentemente un alivio del dolor»; los que escuchaban música necesitaban 1 mg menos de morfina que los demás, dos horas después de la intervención y, al día siguiente, casi 6 mg menos.
Aliviado por estas palabras, preparé mis dosis de Tramadol y me dispuse a entregarme a los brazos de Morfeo, escuchando las notas del Adagio de la Sonata No 2 para piano de Wolfang Amadeus Mozart y esperando la llegada de un nuevo día.
Juan José Hoyos… El Colombiano.. febrero 2023