En época de fin de año comienzan las cábalas y los pronósticos. El futuro nos genera una particular atracción y particular atracción y curiosidad para intentar predecirlo y sentirnos preparados para afrontarlo. Al escuchar a analistas, economistas, medios de comunicación y algunos líderes, de todas partes del mundo, parece haber una coincidencia: el próximo año pinta difícil.
Inflación, tasas de interés alta, desaceleración, guerra de Ucrania, en Oriente Medio, y más cerquita, en nuestro corazón, reformas estructurales como las de salud, pensión y laboral avizoran tiempos turbulentos e inciertos. Como dice la canción de Juan Luis Guerra: «el costo de la vida sube otra vez, el peso que baja, ya ni se ve».
Adicional a un exceso de desconfianza que a veces paraliza.El pesimismo nos contagia nos da una sensación de temor y ganas de salir corriendo o de encerarnos. Y ni lo uno ni lo otro. Hay que seguir. Sin esquivar el realismo el realismo que nos da ese escenario económico complejo, sumado al político con las reformas y el panorama mundial, conservemos el optimismo. Lo dijo Churchill: “Soy optimista. No parece muy útil ser otra cosa”. Es inútil navegar en la queja y el pesimismo, el barco nos necesita a todos a buen ritmo y remando.
En el caso de Antioquia, sector público, privado y sociedad civil, tendremos que concentrarnos en construir capacidades para el próximo ciclo de crecimiento sin dejar a nadie en inseguridad física y alimentaria. Para un país que viene derribando las bases de las exportaciones basadas en hidrocarburos y que dependerá de energía importada, una salida viable pareciera estar en el conocimiento.
Aprovechar estas épocas y formarnos mejor, enriquecer de manera masiva y definitiva el uso de segundas lenguas – que Antioquia hable inglés- conectividad física y digital, y también encontrar más oportunidades en una economía depende de lo que sabemos, de los servicios y el talento.
Este ambiente de incertidumbre es retador, pero reconocemos que habrá tiempo para recolectar certezas que vendrán de grandes apuestas que hemos cimentado como, por ejemplo, Obras por Impuestos, la potente alianza por el empleo que desde el sector privado impulsamos para la creación de miles de plazas para mujeres y jóvenes, de los avances de las vías 4G y el sistema portuario de Urabá. Y qué tal si desde nuestro departamento nos ponemos en modo reactivación y de nuevo, empresarios y gobierno, le apostamos a la construcción y mejoramiento de vivienda, a darle el lugar que merece la economía del cuidado, trabajar en la autonomía económica a las mujeres para que sean una fuerza que apalanque el desarrollo y en especial combatir el hambre: dos millones de antioqueños la están pasando muy mal.
Tendremos que atraer en 2024 más visitantes que nos permitan un turismo de mejor calidad, mitigando el impacto negativo para quienes habitan la ciudad y los territorios, y con base en la seguridad y la participación local, generar ingresos y compartir ese recurso infinito que tenemos de amabilidad cefcanía.
Antioquia y Medellín son una fábrica de ideas, tenacidad, relatos y tendencias. Sabemos marcar el ritmo y lo haremos. Que las regiones seamos ejemplo de impulso para el país y Antioquia una inspiración para todos.
El pesimismo es una opción perdedora. De nada nos servirá cambiar una realidad que será innegablemente difícil.
Nos apuntamos al optimismo y al trabajo. Estoy convencida que ustedes también.
Felices fiestas, espero que este próximo 2024 lo pintemos con muchas posibilidades.
María Bibiana Botero Carrera…presidenta ejecutiva Proantioquia… El Colombiano… diciembre 2023