El Doodle de este 9 de julio rinde homenaje a Emma Reyes, celebrando el natalicio 104 de esta destacada artista colombiana.
“A Bogotá llegamos a un hotel miserable que estaba junto a la estación de la Sabana, teníamos una sola pieza para todos, el techo era de lata y el piso de ladrillo estaba en el último patio junto al lavadero”, apartes de la carta No 9, que Emma Reyes, le envía a su amigo Germán, desde París. El libro Memorias por Correspondencia, reune las cartas que la artista escribió entre los años 1969 y 1997 y que enviaba a su amigo e historiador Germán Arciniegas.
La artista, que nació un 9 de julio de 1919 en Bogotá, vivió entre el abandono, el olvido, el maltrato y la miseria, acompañaron a Emma, su hermana Helena, quienes fueron abandonadas por la señorita María, su cuidadora. Finalmente, las hermanas Reyes buscan refugio en el convento de María Auxiliadora en Bogotá, donde reiniciaron su vida, sin educación y desconociendo la vida al otro lado del convento.
Sin saber leer, ni escribir, Emma abandona el convento. Descalza, con hambre de vida y de cultura, a los 19 años inicia su travesía por esa dimensión desconocida, llamada “vida”… una vida nueva.
A los 21 años, sale del país, sin más experiencia que la conocida en el convento. Y es en Argentina donde da los primeros pasos como artista, se gana un curso internacional y, oh la la, París la espera. Europa, fue su gran taller. Emma voló alto.
Con un estilo único y vibrante, Emma Reyes capturó la esencia de la vida cotidiana, retratando paisajes, personas y emociones con una pasión inigualable. Sus pinturas y dibujos reflejaban la riqueza cultural de Colombia y la región latinoamericana, y su habilidad para plasmar la realidad en el lienzo la convirtió en una figura destacada en el ámbito artístico.
Washington, México, Paris, Italia, hicieron parte de los lugares hasta donde Reyes llegó, luego de abandonar en medio de una brutal niñez y una adolescente analfabeta, un país medio ciudad, medio rural, para abrir los ojos, el alma y el espíritu, en tierras que le permitieron tejer, vida desde el arte. Irónicamente, Emma, quien nunca habló de su madre, se convierte en la madre protectora de aquellos artistas colombianos que llegaban a París, como Luis Caballero, Botero, Antonio Barreras, entre otros.
Poco se supo de los pasos de la pintora, su obra en la tierra de Gabriel García Márquez, del café, y de héroes que brotan como flores en el ciclismo, es conocida por pocos, desconocida para todos. El Museo la Tertulia de Cali, fue el espacio donde en algún momento se presentó su obra.
La vida en un libro
Emma que, a los 19 años, sale de las sombras de un convento castrador, traza la ruta de su vida en los lienzos y su reconocimiento se riega por el mundo, opta por dejar su vida enterrada en el muro del silencio.
Dice la historia que Germán Arciniegas, le muestra a García Márquez la correspondencia que desde 1969 sostuvo con la pintora y juntos motivaron a la artista a continuar con la redacción epistolar, situación que no le gusto ni poquito a Emma, ella solo quería continuar con la correspondencia entre los dos. Finalmente accedió, con la condición de estas fueran publicadas, solo cuando ella falleciera. Pero ocurre que Arciniegas muere en 1999, cuatro años que la escritora- pintora, siendo la familia del historiador la que se encarga del proceso de publicación con la Fundación Arte Vivo Otero Herrera.
La vida, y la obra, además de celebrar los 104 años del nacimiento de Emma Reyes, son motivos para que el Doodle de Google de este 9 de julio fuera dedicado a la artista colombiana.
“Antes de ponerme en marcha hacia el mundo me di cuenta que ya hacía mucho tiempo que yo ya no era una niña. En la calle no había nadie, solo dos perros flacos y uno le estaba oliendo el culo al otro” Burdeos, 1997.