Cómo revivir a un padre

Ya perdí la cuenta de las veces que me han preguntado en qué momento comencé a leer tanto. Lo bueno de las preguntas repetidas es que te obligan a pensar y repensar la respuesta. Al principio parecía bastante sencilla: leía porque vivía en una finca, no tenía vecinos ni amigos y mis cuatro hermanos eran hombres con intereses y aficiones diferentes a las mías. Leer para no aburrirse.

Cuando mataron al papá la lectura se convirtió en otra cosa. Una suerte de tabla de salvación a la que yo me aferraba sin entender muy bien por qué. Tenía 11 años, mucha angustia y una memoria fotográfica que no dejaba de reproducir en bucle la trayectoria de la bala, el carro inundado de sangre, la llamada, la velación, el funeral, la cara de estupefacción de la gente, el lado de la cama en donde dormía el papá intacto y su sillón vacío acumulando polvo porque durante meses nadie se atrevió a sentarse en él. Cada vez que me asaltaban esos recuerdos me ponía a leer y. mágicamente, durante el tiempo que duraba la lectura, le hacía el quite a la tragedia. Leer para olvidar.

Por esos días llegó la época del insomnio y fueron muchas las noches que pasé en vela. Al principio rezaba para que el fantasma del papá no se me apareciera. Pero rezar me obligaba a recordar que el papá estaba muerto y el hecho de que estuviera muerto era justo lo que me impedía dormir. Estuve incontables noches atrapada en ese bucle de pensamientos redundante; incontables noches viéndolo en las sombras que se colaban por la ventana, incontables noches imaginando su voz y sus pasos, con tanta nitidez a lo largo de los corredores de la finca, que realmente llegué a oírlos. Me demoré en descubrir que no había ninguna razón para no leer también de noche. Funcionaba igual de bien para alejar la tragedia. Suena paradójico, pero leyendo olvidaba la muerte con tanta fuerza que mi padre revivía; durante capítulos enteros, estaba vivo, esta respirando tranquilamente en su lado de la cama, con la radio encendida, atento en caso que yo lo llamara para que me sacara de la pieza algún murciélago, alguna rana, algún insecto, dispuesto a explicarme el origen de las sombra, de los ruidos de la noches, decidido a permanecer a mi lado hasta que volviera a quedarme dormid. Leer para revivir al padre.

El hechizo, sin embargo, se rompía al día siguiente. Durante meses hubo misas, novenas, pésames, sufragios, llamadas y flores restregándome la muerte en la cara. Han tenido que pasar muchos años y he tenido que responder demasiadas veces a la pregunta de por qué leo tanto. Leo tanto porque mi padre vive mientras devoro libros, aunque sería preciso decir que devoro libros para que mi padre viva. Es una decisión consciente. Tengo el poder de decidir la vida, así como un sicario tuvo el poder de decidir la muerte. Por eso, este día del padre, mientras ustedes celebran, seguramente yo voy a estar leyendo porque, hasta ahora, es la única forma que he encontrado de revivir a un muerto.

Sara Jaramillo Klinkert…El Colombiano..,junio 2023.

Notas y Noticias

Somos Doris Gómez y Juan Fernando Alzate, periodistas de la ciudad de Medellín - Colombia. Directores del medio digital notasynoticiasenred.com

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