Las mujeres de la calle. Las de la vida vida, no son solo las que trabajan con su cuerpo, que también son de la calle… ¡NO! Son todas las que a diario se ven por las calles de la ciudad, su ciudad, mi ciudad, ofreciendo productos, cuidando la ciudad, caminándola. Ellas, todas ellas son mujeres de la calle.
Un ejército de mujeres, día a día, no importa si son, altas, bajitas, gordas, flacas, negras, blancas, ancianas, jóvenes. la habitan Algunas viajan en bus, otras en Metro, algunas…solo algunas se transportan en bicicleta, hay quienes se movilizan caminando, porque no tiene el lujo del transporte. Ellas, todas ellas, trabajan en una inmensa oficina a cielo abierto, llamada ciudad.
Ella, la gran sede, moderna, llena de imponentes edificios, inmensas calles, de rápido y loco trajín, peligrosa a veces, amable otras, así es la gran ciudad, la gran agencia. Para ellas, las que la caminan, la recorren, la que día a día la gritan, la sudan, la trabajan, la luchan, es la gran casa donde tienen su oficina. Eso, para ella no importa, porque para ellas lo realmente importante es conseguir el sustento para su familia.
Son recicladoras, ellas se encargan de recogen en sus carretas, frascos, cartón, palos y otros elementos, para ayudar un poco sin saberlo a recuperar un planeta enfermo, otras, con su puesto lleno de frutas, de termos con el delicioso aroma y sabor del café o un refrescante jugo de naranja, le calman el hambre o la sed, usted las encuentra en diferentes puntos de la ciudad. O tal vez las ve armadas de un carrito, guantes y una escoba limpiando la suciedad, que los desordenados ciudadanos dejamos en las calles de la urbe.
Y claro, están ellas, las de siempre las señaladas, las usadas, las de la mini falda y camiseta corta, o las que usted ve paradas en la puerta de un hotel de una estrella, en una esquina, trabajando con su cuerpo, o cerca muy cerca de la Veracruz, rezando y empatando. Pero también están las que tiene como único recurso pedir una moneda, un pedazo de pan, porque solo saben tejer la mendicidad. Quizás las ve ayudando a construir la gran ciudad, o vendiendo prensa, revistas, y la lotería, la que de pobre lo sacará. Son Mujeres, que luchan, mujeres que para la mayoría es una cruz, o resignación trabajar en la calle, la gran oficina. Para otras las calles representan la escuela que poco pisaron o no conocieron, o simplemente fue lo que conocieron, lo que a todas les toco aceptar con algo de resignación.
¡Usted !, que aporta a la economía de Lucía, Margarita, Marina, Patricia, Marta, Gladis, Teresa, en fin, el nombre es lo de menos, agradezca con una sonrisa, porque ellas con sus manos, alegran un poco su vida y los días de la loca ciudad: Porque usted sin querer, hace parte de la vida de las mujeres de la calle. La vida de las que sudan, caminan, luchan, ríen, lloran, y hasta soportan la indiferencia de la sociedad. Ellas no tiene horario, ellas, las obreras de la vida.
Ellas, siempre estarán allí, sin importar su oficio, sin importar sus luchas, sus afanes, sus dolores, sus sueños, sus nostalgias, su fe. Ellas, ayudan a construir sociedad, economía con sus manos y voz. Están en cualquier esquina listas para ofrecer un ofrecen a cualquier caminante, un pedacito de vida, para que su vida, sea mejor. Porque sus manos suman fuerza, trabajan con el alma, con la esperanza de tejer una mejor ilusión. Son manos de guerreras, voz de guerreras, cuerpo de guerrera. Todas, se mueven de manera lenta, pero ágil. Son rudas, pero femeninas…todas son “BAILARINAS DE LOS PIES DESNUDOS”, como diría Rubén Darío.