Desde algún tiempo dquir´el hábito de ponerle banano a los pájaros en el balcón de mi apartamento. Mi intención inicial, además de alimentarlos, era verlos de cerca y tomarles fotos. Hay algo más: estoy haciendo un cursillo de ornitología y ando en la tarea de clasificar las aves de la zona donde vivo. En la verdulería ya saben por qué compro tantos bananos y me venden semanalmente gajos a punto de estropearse a buen precio. Ahora escribo mirando los pájaros. En realidad debería decir que miró los pájaros y, a veces, escribo mientras lo hago. Al principio los distinguía por los colores de su plumaje, el tamaño y la forma de su pico, ahora, además, conozco con detalle el comportamiento de cada especie.
Los pájaros pequeños como las silgas mieleras y las euphonias son pacientes, hacen fila y sólo se acercan a comer cuando el banano está despejado. visualmente mis favoritas son las tángaras de muchos colores como la cabecibaya, la cabeciazul y la multicolor, como también son pequeñas, tienen un comportamiento similar a las primeras y huyen cuando llegan otras más grandes como las tángaras palmera y los azulejos. Estos últimos, a menudo, vienen en grupos numerosos y literalmente se apropian del banano entero. Son los más pelioneros. Hay que ver las trifulcas que arman. La dicha les llega hasta que aparece un pájaro como el zorzal piquinegro que es más grande que ellos. Siempre viene solo, despelucado y come sin afanes. Al zorzal lo espanta el bienteveo común, aunque son de tamaños similares, el bienteveo tiene pico más contundente y, por lo tanto, más amenazador. Ocurre también que es muy bullicioso.
Hasta aquí iba tomando forma mi teoría de que el tamaño del ave y del pico es lo que determina la jerarquía en torno al banano, sin embargo, un día llegó un carpintero listado que es, nada más y nada menos, el inspirador del pájaro loco. Su cuerpo es robusto y posee un pico excepcional con el cual da cabezazos a la madera hasta 16 veces por segundo. Además ostenta un copete rojo que haría palidecer de envidia a cualquier otro pájaro (incluidas las cacatúas). No obstante para mi sorpresa, fue el más tímido y aunque se posó en la baranda no comió ni medio bocado por andar mirando nerviosamente para todas partes. Nunca más ha vuelto. Las dueñas absolutas del banano terminan siendo las guacharacas, pues andan en combo, son inmensas, bruscas, bullosas y viven hambreadas, tanto que se comen hasta la cáscara.
Mi juiciosa observación en torno al banano me ha permitido concluir que el mundo no es de los tímidos, que la paciencia es indispensable para lograr los objetivos, que andar en bandadas numerosas te hará siempre valiente, siempre y cuando actúes en masa y o pienses por ti mismo. Que tu tamaño y tus posesiones pueden hacerte creer más valioso y sentirte con más derechos que los demás. Que los bullosos, pelioneros y bruscos actúan así porque carecen de atributos más loables para alcanzar sus metas. ¿Y saben qué? No necesariamente estoy hablando de pájaros.
Sara Jaramillo Klinkert….. El Colombiano..agosto 2024