Un minicuento resume la grandeza del escritor Julio Cortázar, de quien se recordaron los 40 años de su muerte en París.
Guillermo Velásquez es un escritor de origen santandereano y asentado hace muchos años en el departamento de Boyacá que escribió un homenaje a Cortázar y empieza diciendo que «en medio de tantos enanos, hay escritores muy grandes».
Y sigue diciendo que, «por ejemplo Julio Cortázar media casi dos metros. Y los que lo han visto deambulando por los bulevares de París, llevando a cuestas su bulto podrido de silencio, soledad, abandono y olvido, cuentan que, después de muerto, ha seguido creciendo. Y que ya no entra a los bares porque no cabe por ninguna puerta.
Una analogía poderosa para recrear como a pesar del paso del tiempo, Cortázar hace más robusta la importancia que tuvo que darle un lugar a la literatura latinoamericana, para posicionarse en eso de crear nuevas narrativas y manera de contar y de explorar todos los géneros de la escritura y la investigación.
Juan Camilo Rincón, es un joven periodista e investigador cultural que escribió el libro «Al Corazón de Cortázar» y que menciona que «con su obra Rayuela el escritor logró el milagro que la literatura latinoamericana se ubicará en el centro de la literatura occidental», en tiempos en los que sólo se veía lo que se producía en Estados Unidos y Eurpoa.
«Es algo loco que la obra de Julio Cortázar, que no nace en Argentina, pero es argentino, un país que no tiene un Premio Nobel de Literatura, resulte esencial para entender la literatura latinoamericana», señaló Al Fin de Semana.
Es un auténtico revolucionario de la literatura y podría decirse que estableció una manera particular de construir sus relatos, hasta el punto de asegurar que se puede leer en el orden que se quiera, con sentido y autonomía, como asegura Rincón.
Cortázar desvirtúa eso de que los libros se leen «desde el inicio de la primera página, hasta el fin de la última» y según nos cuenta Rincón, en Rayuela hay un manual en el que sugiere como leer el libro incluso hay una opción en el que el lector puede abordar la lectura en el orden que le plazca.
Cortázar insinúa en un minicuento titulado «Secuencias», el carácter de esta manera revolucionaria de abordar los textos: «Dejó de leer el relato en el punto donde un personaje dejaba de leer y se encaminaba a la casa donde alguien que lo esperaba se había puesto a leer un relato para matar el tiempo» .
Un ejercicio que puede ser denso o sencillo, dependiendo de las rutinas impuestas para leer un texto, para abandonar una historia y volver sobre ella aleatoriamente, sin que cambie el sentido y la estructura del texto.
Como lo insinúa Velásquez en su minicuento «Los enanos no crecen», a medida que pasa el tiempo, la presencia y la imagen de Cortázar parece crecer siempre.
«Como olvidar la fuerza vital de alguien que hizo de todo y exploró todas las posibilidades. Escribió cuentos y minicuentos maravillosos, abordó el ensayo y la poesía, escribió tangos y dejó un legado poderoso con novelas como El Libro de Manuel, Modelo para armar y Rayuela», asegura el autor de «Viaje al corazón de Cortázar».
Para hablar de sus convicciones sobre el oficio, Cortázar escribió un texto que título «Algunos aspectos del cuento» en el que expresa «su manera de entender el mundo».
Cortázar asegura que un cuento «no es malo por el tema, porque en la literatura no hay temas buenos ni temas malos, solo hay un buen o un mal tratamiento».
El Cronopio mayor, como se le conoció, dice que un cuento «tampoco es malo porque los personajes carecen de interés, ya que hasta una piedra es interesante, cuando de ella se ocupan un Henry James o Frank Kafka. Un cuento es malo cuando se escribe con esa tensión que debe manifestarse desde las primera palabras o las primera escenas».
Cortázar siempre está de vuelta, siempre es indispensable y estará vigente por siempre. «Después de muerto ha seguido creciendo», como en el minicuento de Velásquez.
Indalecio Castellanos.. Opinión..RCN Radio…marzo 2024