Querido Gabriel,
«Es imposible que Colombia compita con Estados Unidos en maíz y soya», me dijo un pesimista. Así comienza contando su cuento Jaime Liévano, el joven de 78 años fundador de La Fazenda, una de las empresas agroindustriales más asombrosa del país. Como es sabido, la palabra imposible es el combustible de los grandes emprendedores.
En apenas 17 años, está organización, innovadora no solo en lo agrícola y lo pecuario sino también en lo empresarial y lo comercial, le calló la boca a quienes pensaban que «los LLanos Orientales no servían para nada». La Fazenda ha transformado hábitos de consumo y mejorado el acceso de los colombianos a proteína animal de buena calidad a precios justos. ¿Conversamos sobre quienes lograron lo imposible? ¿Proponemos más proyectos de estas dimensiones a una nación hambrienta de sueños grandes y bellos?.
Toda gran empresa tiene en su corazón un gran propósito “Siempre hemos trabajado en seguridad alimentaria”, dice Liévano. Y cuando se añade una mentalidad de crecimiento y posibilismo como la del grupo de empresarios santandereanos y antioqueños socios de este proyecto, sucede la magia. En cada conversación se evidencia su audacia, su deseo de estar a la altura de los mejores del mundo, su valoración por la ciencia y la tecnología, el hambre por hacer las cosas en grande.
Las mejores empresas tienen, además, el nivel de conciencia que exige nuestro tiempo: llevar los asuntos sociales y ambientales en el corazón. Descrestan sus programas de desarrollo social como Frutialiar, empresa de los trabajadores que practica sin temores aquello del valor compartido, y la Fundación Pervivir con su trabajo con comunidades indígenas y campesinas.
Tras una exitosa organización hay , invariablemente, unos principios simples y claros. «Estamos haciendo suelo. Aplicamos los principios de la agricultura regenerativa porque el suelo es un organismo vivo», enseña en portuñol Alexandre, el brasileño líder de agricultura. “Acá aplicamos los últimos avances de la ciencia y la tecnología agropecuaria, tanto en genética como en equipos”, explica Juan David, líder del negocio ganadero. «(Nos interesa) la multiplicación de nuevos talentos; todos los empleados deben ser propietarios; lo importante no es la inversión en tecnología sino la gente que sabrá sacarle provecho a tecnología», comentan los miembros de un equipo del que seguramente oiremos grandes cosas. ¿Se convertirán quizá en la cantera de talento del emprendimiento del agro, como lo ha sido Rappi para el emprendimiento tecnológico?.
Conversemos sobre esta empresa admirable que está transformando su región y podría inspirar lo propio en todo el campo colombiano. Seguramente los mismos que alguna vez dijeron que el Llano «no servía» ahora dirán que «son unas condiciones muy distintas»: pero nosotros haremos una tertulia sobre cómo lo lograron, los principios que los rigen y sobre esa combinación de agroindustria con regeneración, de sostenibilidad con eficacia. Imitemos la mentalidad futurista de su fundador, que repite una y otra vez: «lo importante es para donde vamos».
¿Qué podría hacer el Estado para facilitar el escalamiento de esto y producir alimentos en 5 millones de hectáreas de la altillanura?”, le pregunté al despedirnos. “Nada, que nos dejen trabajar”, respondió Liévano. Pero luego le brillaron los ojos y complementó: “Un tren Puerto Carreño – Villavicencio – Bogotá…”. Definitivamente, tenemos la edad de nuestros sueños y quienes visitamos esta semana La Fazenda quisiéramos emular los de Jaime.
David Escobar Arango, Director de Comfama…. El Colombiano…octubre 2023