Los que tenemos más de cuarenta años recordamos cómo era la Avenida de los Industriales: una zona con grandes industrias, camiones, muros eternos y alta contaminación. Hoy el sector está colmado de nuevos edificios, negocios de todo tipo, actividades culturales, andenes amplios, un parque dinámico, numerosos visitantes y proyectos inmobiliarios en ejecución.
Ciudad del Río es el caso más exitoso de renovación urbana en Medellín: en cuestión de quince años esta zona árida y ruidosa dio paso a un barrio moderno que se ha convertido en una nueva centralidad para el Sur de la ciudad y en un referente de lo que puede generar el reciclaje de zonas industriales. En poco tiempo se ha consolidado el modelo de ciudad prometido por tres planes de ordenamiento territorial: una ciudad densa a lo largo del corredor del río, con mezcla de actividades, buena accesibilidad y correcta dotación de espacio público.
En Ciudad del Río vivirán más de 10.000 habitantes y habrán más de 2.000 lugares de empleo y otros tantos visitantes cotidianos. El barrio tiene un servicio de transporte envidiable, con dos estaciones de metro cercanas, una bonita ciclorruta, cuatro estaciones EnCicla y tres avenidas por las que pasan más de diez rutas de buses; cuenta con el MAMM como epicentro cultural de gran prestigio y un parque público de diez hectáreas cuyo éxito nos demuestra, entre otras cosas, la ausencia de buenos espacios verdes en la ciudad.
Este ambicioso proyecto urbano tiene, a mi juicio, algunas fallas: en la primera generación de edificios los primeros pisos no ofrecen al peatón más que una triste reja electrificada, descartando la posibilidad de tener allí comercios y servicios pero, por fortuna, los proyectos siguientes corrigieron este error; la arquitectura residencial del lugar simplemente repite los proyectos que vemos en otras zonas, sin ninguna novedad creativa o, al menos, alguna referencia al pasado industrial del sector; la movilidad, pese a sus alternativas, se hace cada vez más caótica bajo la mirada indiferente de las autoridades y la falta de cultura vial de los ciudadanos; el parque,por su parte, víctima de su propio de éxito, presenta a menudo problemas asociados con el ruido, las basuras y la inseguridad.
En principio, pese a sus problemas, parece un modelo exitoso de replicar; el problema es que está dirigido al estrato 5, mientras el gran déficit de la vivienda de la ciudad está en los estratos 2 y 3. Si queremos consolidar el modelo de ciudad compacta aprovechando los suelos a lo largo del río Medellín (en sectores como Guayabal, Perpetuo Socorro, Sagrado Corazón, El Chagualo o la zona industrial de Castilla), necesitamos innovar en la formulación y financiación de los proyectos de renovación urbana, buscando hacerlos accesibles a estratos y sectores donde se encuentra el déficit, adaptando las normas a la configuración predial de cada lugar y haciendo más flexible y democrático el proceso, dando cabida a pequeños y medianos constructores. No se trata de repetir Ciudad del Río, se trata de encontrar, en cada lugar, el modelo viable y conveniente.
Si no democratizamos la renovación urbana el modelo de ciudad nunca se podrá materializar; la revisión del POT de Medellín es una oportunidad única para lanzar esta discusión y esta reflexión. No la desaprovechemos.
Daniel Carvalho Mejía…. El Colombiano…diciembre 2023