El término autismo, aun cuando se está familiarizando cada día más entre la población general, sigue generando confusiones y malentendidos. A medida que pasan los años esta condición ha cobrado mayor importancia en nuestra sociedad. Con el incremento de casos, es fundamental que tomemos un momento para reflexionar sobre el verdadero significado del autismo y la forma en que se puede fomentar un ambiente inclusivo y solidario para quienes viven con él.
El autismo, una condición, que forma parte en la actualidad de un gran grupo de comportamientos llamados Trastornos del Espectro Autista (TEA), se puede presentar de diversas maneras. Por lo tanto, algunas personas con autismo podrían llevar una vida independiente con éxito, pero otro grupo va a requerir apoyo constante, algo que los padres reconocerán a medida que el niño vaya creciendo, lo que lo convierte en una especie de caja de sorpresas, con la consecuente incertidumbre familiar durante los primeros años.
Por el momento, las causas precisas del autismo no se conocen completamente, pero hay un consenso creciente sobre los factores genéticos y ambientales que pueden influir en su desarrollo. Algunas investigaciones indican que ciertos genes podrían predisponer a una persona al autismo, mientras que factores externos como la exposición a determinadas sustancias durante el embarazo o complicaciones en el parto también podrían estar relacionados, pero lo incierto de su génesis hace que muchos padres puedan sentirse culpables por lo que hicieron o debieron haber hecho durante el embarazo, algo que complica el ambiente familiar, cuando la realidad es que todavía no se puede establecer ninguna conclusión definitiva al respecto.
Es crucial recordar que con el autismo se nace y, como no se puede curar, algunos proponen que bajo estas circunstancias no se le considera una enfermedad, sino más bien una condición, una forma de ser, por lo tanto, se es, o no se es, autista. Sin embargo, para evitar el posible estigma podríamos decir que “fulanito es una persona CON autismo” y no que, “es autista”. Hay que tener en cuenta que, los niños con autismo presentan una forma diferente de experimentar y entender el mundo. Las personas con este espectro pueden ver, oír y sentir cosas de maneras que pueden ser atípicas frente a las normas sociales. Esta diferencia, lejos de ser un defecto, es una variación de la neurodiversidad humana.
Promover esta comprensión es esencial para fomentar su aceptación y su inclusión en nuestra vida diaria, en un mundo que, de todas maneras, si miramos con cuidado, no parece estar muy sano mentalmente que digamos. A los jóvenes con síndrome de Asperger, que es una condición dentro del espectro autista, se les dificulta, o más bien, no pueden entender los diálogos de doble sentido, los eufemismos y las sátiras, porque su mente funciona de una manera muy concreta y estructurada, de manera que, no estaría mal un mundo donde todos se dijeran la verdad o no se ocultaran falsas intenciones detrás de las promesas, pero eso no es posible en nuestra sociedad real y, éste sin embargo, es el mundo donde ellos viven.
Es aquí donde el papel de la comunidad se vuelve fundamental. La empatía, la paciencia y el apoyo son clave para transformar vidas. Desde los colegios hasta los lugares de trabajo, necesitamos crear espacios que no solo sean inclusivos, sino que también respeten a ciencia cierta la diversidad que las personas con este espectro traen consigo. Esto incluye una formación adecuada para educadores, empleadores y compañeros que les permita entender mejor cómo interactuar y brindar apoyo, porque después de todo, no nos vendría mal aprender un poco de ellos.
Óscar D Medina O… La Opinión… noviembre 2024